El negocio de la sanidad privada se dispara tras los recortes en el sistema público

Los asegurados han crecido en más de un millón desde 2013. Los expertos alertan del riesgo de una asistencia a dos velocidades
Tres razones para contratar un seguro de salud. La muerte de su esposo en 2015 después de que le dieran cita en la sanidad pública a 18 meses vista y se infectara durante la quimioterapia (Tina, administrativa de 65 años). Ardor de estómago y reflujo que hizo insoportable esperar más de cuatro meses para una gastroscopia en 2012 (Pablo, nombre supuesto de un periodista de 41). Sensación de desamparo al padecer síntomas similares a los de su padre, fallecido de un cáncer fulminante en 2017 (Amanda, diseñadora gráfica de 36).

Existen otras causas menos dramáticas. No optar por edad y lista de espera a un tratamiento de fertilidad en la pública (Ayala, nombre supuesto de una administrativa y estudiante de 41 años). Hacerle un favor a la gestora del banco (Ismael, ganadero de 49). Que tu empresa pague por la póliza (Alberto, ingeniero de 38). Todos ellos se han quedado. Por las mismas razones. La facilidad de ver al médico a los pocos días de que asome el dolor de espalda, se aprecie un bulto sospechoso o toque la revisión del ginecólogo.

Tras los drásticos recortes en la sanidad pública ordenados por el PP en 2012 — con el aumento del copago farmacéutico en función de la renta, pensionistas incluidos, exclusión de los inmigrantes y una sangría de 20.000 trabajadores en dos años, entre otras medidas, el Gobierno pretendía ahorrar 7.260 millones— y mientras la economía dibujaba gráficas negativas en el invierno de la recesión, las pólizas de salud no pararon de crecer hasta llegar a los 11,5 millones de personas cubiertas en 2017, un millón más (un 10%) desde el gran tijeretazo. Eso supone que uno de cada cuatro españoles puede acudir a la sanidad privada amparándose en un seguro.